miércoles, 24 de noviembre de 2010

Que llueve, que llueve

Pozí, ya empieza a llover y yo a ponerme nerviosa. Que la lluvia es necesaria, es incuestionable, pero yo no puedo evitar el echarme a temblar. Dicen que a los niños no se les pega porque se les crea un trauma: una porra, ni los pocos cachetes que me ha dado mi padre (mi madre me ha dado más) ni los muchos castigos me han traumatizado. Sin embargo, un invierno lluvioso ha bastado para que no duerma tranquila apenas caen cuatro gotas. Las inundaciones del invierno pasado sí que me han traumatizado. Apenas oigo llover, empiezo a preocuparme si me va a funcionar la bomba sumergible, si la elevación de la entrada va a impedir que me entre agua de la calle, si me voy a tener que levantar a las 3 de la mañana a conectar otra bomba más, si voy a tener que llamar a los bomberos (de ellos hablo -mejor escribo- luego), en fin, que no estoy tranquila. ¿Y por qué? Pues porque los que tenían que hacer algo al respecto no lo han hecho, para variar.

Después de las innumerables veces que se han inundado dos zonas de Guadacorte, las calles Alondras y Oropéndola (que es la única que tiene pendiente y lo pasan peor) no se ha hecho nada. Anunciaron a bombo y platillo la concesión de 400.000€ para acometidas de aguas pluviales en estas dos zonas. Al poco de dejar de llover vinieron unos señores con un teodolito y midieron la calle, las alcantarillas y pintaron la calle con las cotas. Por si no lo sabéis, utilizan pintura fosforescente. Ya han desaparecido todas las marcas que realizaron. No hay ni rastro. Se supone que iban a hacer una cata del suelo. En la Oropéndola creo que la hicieron, pero ahí se quedó todo. Echan la culpa a la crisis y a los recortes del gobierno. ¡¡¡PERO SI LO ANUNCIASTEIS COMO CONCEDIDO, CABRONES!!!!!. ¿Habéis tenido la desfachatez de anunciar algo que era mentira? Pero, de qué narices me sorprendo, si todo en este país funciona igual. Donde dije digo, digo Diego. Ahora no hay dinero, o sea, se lo han repartido para sus sueldazos y nosotros a vivir con el alma en vilo. Y que conste que yo he tomado medidas para evitar en lo posible el volver a inundarme. Como yo, muchos vecinos han hecho lo que han podido para evitar el agua en sus casas (nosotros SÍ que hemos gastado dinero), pero de poco sirve si el alcantarillado sigue igual de mal y las aguas de lluvia vuelven a colapsarlo. No se ha ampliado la estación de bombeo, no se ha limpiado el río (esa es otra), NO SE HA HECHO NADA, NO LES HA SALIDO DE LOS PRESUPUESTOS (ni de los cojones tampoco).

Lo del río es de pecado: no se draga porque la Guardia Civil no quiere. En bajamar, puedes cruzar la desembocadura andando, te puedes ir a Guadarranque en un paseo. ¿Por qué no se draga? Para que no entren los chorizos río arriba. Pues, no es por nada,  pero ... ¡¡LOS CHORIZOS SIGUEN ENTRANDO RÍO ARRIBA, CAPULLOS!! Se sigue traficando, y a los vecinos de Guadacorte y La Estación nos vendría de escándalo que se dragara el río y se limpiara la ribera. Creo recordar que la Junta de Andalucía hizo un proyecto para encauzar el río hasta La Estación... ¡¡y una leche migada con sopas gordas!! (eso decía mi abuela). Como todo lo que afecta a esta zona, se dice, pero no se hace. Da igual el dineral que nos están sacando -de esos impuestos que dice el Cerdós que no pagamos-, da igual que seamos una de las zonas más industrializadas y con empresas rentables de toda Andalucía; da igual, el caso es dejarnos olvidados de la mano de Dios y la Junta (que se creen más que Dios).

El caso es que este invierno los únicos que nos van a sacar las castañas del fuego son los de siempre, los bomberos. Desde luego, los vecinos no podemos sino estar eternamente agradecidos a esos pedazo de profesionales y sobre todo, increíbles seres humanos. Son ellos los que nos han soportado con toda la paciencia del mundo, incluso cuando nos hemos enfadado con ellos por no venir antes. Ahora, a agua pasada (nunca mejor dicho), entiendo que tardaran, porque ellos no son Dios (ni se lo creen), no pueden estar en todos lados a la vez (no somos los únicos que se inundaron este invierno), y por mucho que quieran hacer más, va a ser que no. Han soportado agua, frío, horas y horas metidos hasta media pierna en agua, llevando bombas a los vecinos, ayudando a hacer funcionar otras (que me lo digan a mí, que fueron ellos los que nos echaron a andar la bomba de gasolina), a comer bocadillos porque no te puedes mover del lado del camión, en fin, que no está pagado lo que hacen. Sinceramente, espero que no vengan por aquí en todo el invierno, aunque tengo que reconocer que algunos te alegran no sólo la vista nada más verlos (oye, que yo casada y decente, pero ni ciega ni tonta), y que si vienen, sea de paisano, sin uniforme, a que los invitemos a algo (café, copa, lo que sea). Bienvenidos sois.

En fin, que mientras escribo veo llover, me levanto a ver si hay charcos en el césped (indicativo de que ya no puede chupar más agua), intento escuchar si ha arrancado la bomba para evacuar agua, a ver si se acumula agua en la calle. Que ni esto puedo escribirlo tranquila. ¡Y los llanitos han dado agua para toda la semana!.