lunes, 31 de enero de 2011

Orgullo y Prejuicio

Os advertí que como cogiera carrerilla con los libros, no paraba.

Hoy os hablo de uno de mis favoritos: Orgullo y Prejuicio (Pride & Prejudice) de Jane Austen. Os pongo el título en inglés, por si alguno de los anglo-parlantes prefiere leerlo en versión original. Yo desde luego lo prefiero, aunque mi inglés sea peor que mi español (que ya es decir).

Muchos pensaréis que es otra novelita romántica más. Pues va a ser que no. Los que penséis que Austen sólo escribe novela rosa, os equivocáis. Jane Austen supo retratar como nadie la situación tan denigrante de las mujeres de su época (principios del siglo XIX). La mujeres no tenían derecho a heredar, a elegir marido sin el consentimiento de los padres, a una educación completa: la mujer tenía que ser "competente", es decir (y cito textualmente, siento la mala traducción), "tener un profundo conocimiento de música, canto, dibujo, baile y lenguas modernas (en esa época se refiere a un idioma extranjero, preferiblemente francés o alemán) para que ella valga la pena; y aparte de todo esto, debe poseer un cierto 'algo' en su aire y en su forma de andar, en el tono de su voz, en su forma de hablar y en sus expresiones, o sólo valdrá la mitad.". Y esto lo dice uno de los personajes femeninos de la novela!!!! Desde luego lo dice para desmerecer al personaje principal (Lizzy Bennet) frente a ella (Caroline Bingley) y ponerla en ridículo frente al Sr. Darcy (objetivo del amor de Caroline y a su vez enamorado de Lizzy).

El origen de esta declaración es que están hablando de la hermana del Sr. Darcy, que toca el piano y canta prácticamente todo el día, hace cosas de punto y diseña mesas (esto es algo que sigo sin comprender muy bien). Se la considera muy competente, en contrapunto a Lizzy, que no toca el piano ni canta bien ni sabe dibujar, pero que disfruta leyendo y aprendiendo de los libros, que disfruta dando paseos al aire libre en vez de ir de compras o arreglar sombreros (antes te los hacías tú, o cambiabas las cintas y adornos a uno que ya tenías para que pareciera diferente. La cosa no estaba para derroches), o sea, que va camino de convertirse en una solterona -algo muy grave, pues significaba que eras una carga para tus padres, y en el momento que ellos fallecieran, lo llevabas muy crudo, ya que tenías que vivir con lo que te pudieran dejar, si es que podían- o de acabar casada con alguien insignificante.

El caso de Lizzy se ve complicado por ser la segunda de 5 hermanas, viviendo en una propiedad que, en el momento que el padre fallezca, pasará a manos de un sobrino de éste, con la posibilidad de que tanto la Sra. Bennet como sus hijas se vean en la calle, sin derecho a reclamar. La única solución es casar a la hermana mayor con alguien con cierto poder adquisitivo, y así establecer un precedente para las demás. De hecho, la Sra. Bennet no tiene reparos en casar a Lizzy con su primo el Sr. Collins (el que va a heredar la hacienda) con el propósito de asegurar la vivienda a todas las que no se hayan casado (y a ella misma) cuando el Sr. Bennet fallezca. Como veis, toda una lucha estratégica para conseguir un techo bajo el que vivir.

También podéis encontrar el exagerado clasismo de la sociedad inglesa: se desprecia a un hermano de la Sra. Bennet por el mero hecho de vivir en la parte baja (Cheapside) de Londres, ser un comerciante y tener su casa al lado de sus almacenes. De poco importa que sea honrado, de buenos modales y con una buena situación económica. Por supuesto, Jane Bennet (la hermana mayor de Lizzy) no puede casarse con el Sr. Bingley (hermano de Caroline y enamorado de Jane): aunque es una chica muy dulce y educada, social y económicamente no está a la altura (eso lo piensan el resto de los Bingley). El mismo Sr. Darcy se niega a admitir su amor por Lizzy porque piensa más en el que dirán que en lo que siente.

Otro de los temas que toca es el matrimonio de conveniencia: el casarse por el mero hecho de tener una fuente de financiación, por aumentar un patrimonio, por "trepar" socialmente o porque se te está pasando el arroz. Esto es algo que aparece reflejado en todas las novelas de Austen (tanto el clasismo como el tema económico aparecen mejor reflejados en "Persuasión").

La primera vez que leí Orgullo y Prejuicio no me podía creer lo que veían mis ojos. Estaba recién casada y me parecía estar leyendo trozos de mi vida: el verte menospreciada por ser de origen humilde (y muy orgullosa de serlo, oiga), en boca de muchos porque piensan que te has casado por dinero, por ser llamada "señora de..." o porque te han preñado, el ser una nulidad para la música y el dibujo, el preferir un libro o un paseo al cotilleo o ir de compras, el enamorarte de alguien que no se te habría ocurrido ni en sueños. Por estas cosas y algunas más (y también menos) conecto con este libro más que con algún otro de los cientos que he leído (y no chuleo, que tengo más de 1000 en mi base de datos y me vanaglorio de haber leído casi todos, incluso alguna que otra enciclopedia). De hecho, cuando termino un libro que haya sido pesado o complejo de leer, me releo este (yo lo llamo hacer "lectura light", y utilizo varios libros para ello) y me sirve de "descanso mental".

En fin, que si os apetece leer algo de mi amiga Jane, no os recomiendo ninguna de sus novelas en particular, porque sea cual sea la que escojáis, os va a encantar. Eso sí, no creáis estar leyendo novela rosa, así que no os fijéis sólo en el romance. Abrid vuestras mentes al mundo femenino del siglo XIX, y observad como algunas cosas siguen sin cambiar. Y LO QUE NOS QUEDA.